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Poema a la Luna

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Luna, cuando estás, te miro… Se para el tiempo. Muchas veces sonrío; todo pasa más lento. Luna, cuando no estás, te busco… No te contemplo. Todo está oscuro; yo me desespero. ¿Qué tienes, Luna? De noches oscuras las que no te veo; de noches claras las que menos duermo. Ay, Luna… En esas noches claras nos dan más de la una. Me revuelves entre las sábanas; como tu piel son de claras. Luna… En las noches oscuras no te encuentro en mi cama.  Rodeada de mil penumbras en mis sueños vagas. Y es que, Luna, las noches que te alejas, más quiero de ti; las noches que te acercas, más me pierdo en ti. ¿Qué tienes, Luna? Quiero huir de ti, pero por más que huya siempre, siempre… estarás ahí. No, Luna... No puedes dejar de existir. Por más que te evite, Luna… tengo que enfrentarme a ti. Tú, Luna, sacas mis tesoros. Tú, sin saberlo, afloras en mí mis deseos más ocultos. Contigo, Luna… la noche más oscura es...

La eternidad

 Ansío la noche, para que mi oscuridad y tu luz formen un basto universo de sensaciones. Donde tu me sientas, yo te sientas, donde nuestra pasión derrumbe todo muro de lo prohibido. Observar cada curva de tu cuerpo a la tenue luz de la luna, mientras las sombras nos incitan a que nuestro amor actúe, sintiéndonos. Soy oscuridad, soy terror, soy ira, pero contigo soy deseo. El deseo de besar tus labios, recorrer cada parte de tu cuerpo con mi boca y acariciar tu pecho mientras sentimos como nuestra respiración se altera ante el impulso de dejarnos llevar por nuestros instintos. Nuestra pasión se desencadena, entro en ti, tu luz entra en mí. Movimientos sincronizados en uno solo, sentir el gozo en tu boca, tu mirada, resultado de un amor eterno de dos realidades completamente opuestas, pero que necesitan ser uno solo. La oscuridad necesita de la luz para existir, y las estrellas necesitan la oscuridad para brillar. Nuestros cuerpos se unirán en uno solo, día tras día, resultado de un ...

Pérdida

Un día eres feliz con la persona a la cual elegiste para compartir tu vida, y al día siguiente, tan sólo hace falta un instante para que todos los factores se junten para perderlo todo. En tan sola una llamada, pueden dejarte muerto en vida.  Tu casa ya no es tu hogar; cada estancia, cada objeto es un recuerdo de alguien que jamás volverá. Las fotografías son portales a un hermoso pasado que tornará en olvido cuando llegue tu fin. Lo peor de todo es que ya no vuelves a ser el mismo, tu mente herida no cura, tus pies cada vez pesan más, ya no sientes que hay futuro. Te mueves cual autómata, caes en los peores vicios en los que puedes caer, te vuelves frío, nada te calienta. Sólo quieres olvidar. Sus recuerdos no son más que puñales que se clavan poco a poco en tu carne. Pasan los meses, ya no eres persona, sólo eres dolor y más dolor. Tu mente sólo baraja la remota posibilidad de que, detrás de la nada, haya una realidad donde puedas volver con ella. El pasado te pesa, el presente t...