El soñador sin sueños

Dolor, dolor es tener dos mitades en constante lucha. Una llena de odio, tristeza, furia, oscuridad; y otra de un poco esperanza y alegría. Dolor es ver cómo el resto te pisotea sin darte cuenta, pero por culpa de uno mismo, por no hacerte valer. U otras veces porque se creen que son más que tú, porque tú no eres nada. Dolor es observar cómo hablan de ti, como si fueras completamente estúpido, por no querer responder a preguntas sin fundamento que no deseas responder. Porque para ellos resulta "guay" hablar de ello. Curiosa inmadurez. Dolor es sentir la completa ironía de quien está más cerca de ti te hace más daño, y de quien está más lejos de ti te ayuda a curar todas las heridas. Las personas más cercanas a veces no son las personas que más feliz te hacen. Dolor es caer por tu propio peso a un profundo infierno de soledad creada por tu mente, por mucho que desees ser como lo es tu esencia. Y al final lo único que perdura de ti es oscuridad que cubre la poca luz que

 ¿Os imagináis tiendas en las que vendan emociones, sentimientos o sensaciones? ¿O tiendas llenas de colores en las que puedas escoger qué color ponerle a tu vida, para que te sientas bien? Tiendas en las que podamos darnos un capricho de ese tipo de regalos a nosotros mismos para sentirnos llenos de vida. Tiendas donde puedas regalarte fuerza y energía para levantarte cada día y dar lo mejor de ti a los demás y, sobre todo, a ti mismo. Tiendas en las que te puedan envolver en papel de regalo abrazos eternos para regalar a esa persona o a esas personas que tanto quieres para, por si faltas algún día, que tengan abrazos tuyos hasta el fin de sus días. También podría haber tiendas que envuelvan tus manos para que se las hagan llegar a esas personas que tienes lejos, para así poder tocarlas. Tiendas como estas no nos vendría mal, ¿verdad?  ¿No crees que siempre regalamos lo mismo? Por lo general, tenemos demasiadas cosas materiales: perfumes, colonias, el armario lleno de ropa, cach

La soledad, esa amiga "amarga" que se mete dentro de tu alma, y te invade... Llenándote de vacío, de nada. La soledad, esa que no te gustaría tener en tu casa, en tu cama. En tu día a día, en tu vida. La soledad, esa señora a la que tienes miedo, y no hablo de tu vecina la del primero. La soledad, mala compañera, mala amante, ya que te trae llantos imparables. La soledad, esa a la que evitas, y que eres capaz de estar con cualquiera para, en un futuro, no convivir con ella. La soledad, oscura y tenebrosa... Llega a ser tan grande que te tortura. La soledad que habita en ti. Tan fría, tan vacía... No te deja, no te suelta. Esa soledad a la que temes, que sientes o evitas. Esa soledad que te acompaña o inquieta, que te angustia o te perturba. Esa soledad que te quita la paz y te da intranquilidad. Esa soledad que es producto de tu pensamiento, y que sólo viene de tu adentro. Esa soledad que tan sólo vive en tu mente, y depen