La importancia de las palabras II


 Lo prometido es deuda. Antes de coger boli y papel, y ponerme a escribir esta segunda parte, me pregunté: "¿por dónde empiezo, aparte de por el principio?". Lo que sí tenía claro era una de las frases que quería poner como recordatorio de esta prometida segunda entrada de "La importancia de las palabras": "lo prometido es deuda". Y qué mejor hablar de este tema sacando provecho a esta frase.

 El Centro Virtual Cervantes dice que es una frase tipo proverbial, de idioma español, con idea clave de promesa y con significado "se dice para recordar el cumplimiento de una promesa o cuando se devuelve algo". En las observaciones podrás leer más versiones como "cosa prometida es medio debida; y debida enteramente si quien promete no miente". A no ser que sufra de memoria selectiva (esta última observación es mía). Ahora vamos a profundizar más.

 A muchas personas les cuesta ser honestos. Otras, por el contrario, les sale con toda naturalidad y sin conseguir nada a cambio. ¿Con cuál de estos dos ejemplos te sientes más identificado? Puede que cada uno de nosotros hayamos pasado por ambos casos, sobre todo el experimentar primero el tú no ser honesto para que después experimentes el qué se siente cuando no lo son contigo. Con tus palabras te comprometes a cumplir lo que dices. Ya no es sólo el decir "te prometo que...", también cuando hablas con alguien sobre algo que vas a hacer (queriendo en realidad, o no) ya te comprometes a cumprirlo. 

 ¿Cuántas veces os han prometido algo u os han hecho creer que harían (o no harían) tal cosa por ti, y que después te diste cuenta que no va a ser así? Ya sea por quedar bien en ese momento, para calmarte, para tranquilizarte, para satisfacerte con unas simples palabras, etcétera. Y todo porque no supieron decir "no", por no tener el valor de ser sinceros contigo y/o te dijeron lo que querías escuchar en ese momento, por conseguir algo a cambio; o, simplemente, por no ser conscientes de lo que están prometiendo sin pensar las consecuencias que eso puede traer después.

 A toda esa gente no podemos decirles que no deben ser así, o hacerles ver que no van a llegar a ningún lado de esa manera... Se puede intentar, pero sería malgastar tu energía. Al fin y al cabo, se darán cuenta con el paso del tiempo. Pues éste es el mejor maestro. Pero sí que puedes echarte un vistazo a ti mismo y preguntarte por qué motivo has llegado al punto en el que te lleguen a lastimar las palabras de una persona. Al igual que en cada amanecer volvemos a nacer, cada día es un día nuevo lleno de emociones distintas que nos pueden llevar a otras ideas. Muchas veces las emociones nos guían a la hora de hablar, pero eso no es lo malo... Lo malo es que nos somos conscientes de que esas emociones nos guían. "No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas". Jorge Bucay.

 Te puede lastimar alguien que en realidad se deja llevar por las emociones que en ese momento siente, sin pararse a pensar en las consecuencias. Si las piensa, es consciente, y es lo que quiere: ¡que siga la fiesta! Pero, como he comentado antes: en cada amanecer volvemos a nacer. Y aquí la importancia que le des tú a las palabras de los demás sin aún ver hechos. Tal y como dije en la primera parte de ''La importancia de las palabras'', es un tema complejo y en el que cada uno tiene su punto de vista. Un tema que se puede dar mucho de sí, pero que al final termina siempre concluyendo lo mismo: todo está en ti.

¿Os gustan las trilogías?


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