El filo de mí mismo
La soledad me desgarra
con cuchillas invisibles.
Camino dentro de mí mismo
como un pasillo interminable
sin ventanas.
Cada pensamiento
es un disparo seco,
una bala de odio
que yo mismo sostengo,
y no falla.
El eco de mi nombre
se pudre en la garganta,
me ahogo en mi reflejo
como si el espejo
fuera un mar sin fondo.
No hay tregua.
Sólo el filo constante,
la herida que respira
y se alimenta de mí.

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